domingo, 26 de enero de 2020





La Radio en Guacara


A principio de los años sesenta surgió la idea de instalar la primera radio en Amplitud Modulada (AM) en Guacara, y con ese fin se trasladó hasta acá el conocido radiodifusor Oswaldo Yépes, reuniéndose con él en la Heladería Guacara; Humberto Giménez Quevedo, quien para el momento fungía como secretario de concejo municipal, Antonio Peroza y José Gregorio González.
Un año después de esa reunión salió al aire la emisora Radio Tacarigua, con un pequeño transmisor de muy poca frecuencia que sólo permitía escucharla en el pueblo bajo la dirección de Humberto, quien además era periodista y locutor; prevaleciendo en su programación la música venezolana y entrevistas con personeros del pueblo, narrando parte de su historia y anécdotas ocurridas para la época.
Para el año 1.975 con el dial 1430 y en la misma frecuencia AM, inicia sus transmisiones Radio Satélite, propiedad de los hermanos Degwitz, dueños de la Voz de Carabobo en Valencia. Esta emisora en sus inicios funcionó en el Edificio Don Fortu en la calle Plaza, para luego ser mudada a la calla Jacinto Lara entre Ricaurte y Girardot.
Entre sus directores recordamos a Salvador Frattalone y Samuel Hidalgo Futrillé; quien la hizo conocer con el eslogan de “ La emisora de las dos capitales “, esto debido a que la misma contaba con gran sintonía en Valencia y Maracay, de donde provenían la mayoría de sus clientes.
El estilo de esta radio era de corte anglosajón predominado en ella la música americana, escuchándose la música venezolana solamente en las horas de apertura de la programación a las seis de la mañana, no llegando a identificarse con la ciudad de Guacara, e incluso, muchos guacareños desconocían que la misma funcionaba aquí.
Con la aparición de la frecuencia modulada, se instala en el mismo edificio donde funcionaba Satélite 1430 AM, la emisora 105.3 FM, bajo la dirección del mismo Samuel Hidalgo, la programación que hasta entonces mantenía la frecuencia AM, se traslada a esta nueva emisora y pasa la anterior a transmitir una programas y música de corte popular, incluyéndose en ella los de opinión y deportivos.
Años después al constituirse los circuitos radiales, pasan ambas emisoras a pertenecer al circuito Unión Radio, cambiando sus nombres comerciales pero conservando la misma frecuencia, tanto en AM como en FM.
Cuando el gobierno a través de Conatel otorga permisos para constituir emisoras comunitarias, comenzamos a escuchar en la ciudad las radios: Alternativa, Élite, Olímpica y Guacara Estéreo en FM, y a partir del mes de mayo de 2011, en la frecuencia 1430 AM, la emisora Llanerísima, transmitiendo exclusivamente música llanera durante las veinticuatro horas del día.

P/José Gregorio González

viernes, 25 de enero de 2019

La vaya y vuelva



      

La vaya y Vuelva
La Vaya y Vuelva era una urna construida con tablas de jabillo, de allí proviene el refrán estás hediendo atabla e¨jabillo, el cual se le decía al que enfermaba de gravedad o al que abusaba al correr peligrosamente con un carro si ser experto en el manejo. En esta urna se metía a los muertos sin ventura, los sacaban del cajón y los enterraban desnudos en el hueco , que tampoco les pertenecía y dejaban en el cementerio la urna, para que siguiera siendo el tranvía de viajar el cadáver de los pobres.
La Vaya y Vuelva, fue la litera que iba y venía, llevaba muertos y regresaba a buscarlos. Hasta que un muerto se quedó con ella, un muerto que tendrá menos frío que los otros. Esta costumbre fue abolida cuando Macario Escorcha presidió el concejo municipal de Guacara, entre 1939- 1940., volviendo a aparecer hasta el año 1946.
Una vez que desaparece esta macabra costumbre, surgen los fabricantes de urnas en el pueblo a quienes acudía el concejo municipal para satisfacer las necesidades de los más pobres. El primer fabricante que aparece en Guacara fue Sulpiscio Flores, carpintero ebanista, y además músico ejecutante del Bajo, cuya carpintería estaba ubicada en la calle Gómez, hoy Arévalo González, entre las calles Páez y Castaño, DDT 1250. Sulpiscio arrumaba las urnas en un cuarto que daba hacia la calle, que tenía una ventana atravesada con balaustres de hierro, por donde se asomaban los muchachos curiosos para ver las urnas, y contaban los vecinos que su esposa Justa Rueda de Flores, era quien le anunciaba cuando alguien iba a buscar una urna, porque ella sentía que esta comenzaba a traquear en el cuarto.
Efectivamente así sucedía y no pasaba mucho tiempo en que alguien llegara llamando a Sulpiscio para que preparara una urna, la cual forraba con terciopelo negro o blanco según los requerimientos del doliente, blanco para las señoritas y angelitos, y negro para los adultos y con sus respectivos adornos de hojalata, un Cristo  en la parte superior y angelitos en los lados del cajón.
Después de Sulpiscio Flores aparece el maestro León Narváez, con su carpintería, fabricación y exhibición de urnas en su casa de habitación en la calle Briceño cruce con Carabobo, estas urnas venían listas para ser llevadas para sepultar al difunto.
En esos tiempos se acostumbraba algo extraño, como era desprenderle a la urna , antes de sepultar al muerto, los arabescos que llevaba y repartirlos entre los familiares más allegados, correspondiéndole a la esposa o esposo el Cristo de Latón que se exhibiría en el altar durante los nueve días de los rezos, para luego guardarlo como un recuerdo del ser querido.

lunes, 21 de enero de 2019

CERRO EL PLACER

Las frescas brisas provenientes desde la histórica Vigirima le dieron su nombre al cerro El Placer, sobre su cima y mirando hacia el sur, hubo un mesón construido con piedras sacadas de sus entrañas y una cruz de hierro con tres largos clavos semejando a los que se utilizaron en la crucifixión de Jesús. Se cree que esta obra la construyeron sacerdotes misioneros en época de la Colonia. Al pié del cerro se encontraba una plazoleta donde acudían los parroquianos a charlar y pasar ratos de esparcimiento, constituyéndose en un verdadero placer sentarse en sus jardineras a disfrutar de la agradable brisa; se le llamó Placita El Placer. En los días de la Semana Santa, el cura Agustín Enciso, párroco de Guacara en los años treinta, acompañado de distintas cofradías religiosas y de feligreses subía hasta lo alto y oficiaba las misas convirtiendo el mesón en Altar, y a la cruz se le extendía una larga tela de color morado que hacía las veces del Sudario de Cristo, la cual permanecía en ella toda la temporada de la Semana Mayor, igual se hacía el 3 de mayo, día de la Santa Cruz, los creyentes subían para adorarla con rezos y cánticos religiosos. Los días domingos eran los preferidos para darse un paseo hasta el cerro El Placer y desde allí divisar el Lago de Valencia, la montaña de Vigirima y la llegada de viajeros en el Autovía a la estación del Ferrocarril, ubicada al principio de la calle Gómez, después Arévalo González, y alegres los muchachos se encaramaban elevando hacia el cielo sus multicolores papagayos, confeccionados con papel de seda, varillas de caña amarga pegados con “pega pega” fruta del árbol llamado Caujaro. A principios de los años cuarenta, se construye el acueducto de Guacara y el lugar donde se encontraba el altar y la cruz fue demolido sin tomar en cuenta su significado y allí surge la Caja de Agua, depósito del vital líquido que comenzó a surtir la población la hasta mediados de los años ochenta. Se continúa disfrutando del verdor de la pequeña montaña y de los paseos dominicales hasta la caída del dictador Pérez Jiménez, cuando comienzan las primeras invasiones y aparecen los primeros ranchos que a la larga son transformados por viviendas más cómodas, se les provee de agua, electricidad y se le construye una calle por los lados de La Florida, posteriormente otras caminerías por los costados del cerro. Nacen sobre su cima varias generaciones de Guacareños, que hoy desde allí observan el rostro de otra Guacara. La Cruz de hierro que se veneraba fue rescatada del abandono en que se encontraba y está en poder de la familia Pinto, y cada tres de mayo celebran su festividad con rezos y ofrendas acompañado de vecinos residentes de los alrededores del emblemático cerro.
Cerro de la Cruz (Hill of the Cross)

martes, 15 de enero de 2019

A UNA MAESTRA HONORABLE

La maestra Andrea Flores

Andrea Flores Rueda, nació en Guacara el 4 de febrero de 1914 y fallece el 1 de abril de 1982, a los 68 años de edad; en la misma casa donde habitó durante toda su existencia, en la calle Arévalo González Nro. 28. Hija de Sulpicio Flores Y Justa Rueda de Flores, su padre de oficio carpintero y su madre, oficios del hogar.

Andrea cursa sus estudios primarios en la escuela de la maestra Ana Josefa Correa, la cual funcionó en la esquina noreste de la plaza Bolívar de Guacara, para la época plaza Diego Ibarra. En esos años los estudios primarios en Guacara se hacían hasta el cuarto grado, y el que podía continuar se debía trasladar hasta la ciudad de Valencia, que no era el caso de Andrea Flores, ya que su familia carecía de los recursos propios para lograr ese cometido. Esta escuela era mixta, niños y niñas, a las niñas además se les complementaban sus estudios enseñándoles labores propias de la época tales como bordar, tejer, cocinar, y la religión católica se les impartía tanto a hembras como a los varones.

A los quince años Andrea se va a desempeñar como asistente de la señora Basilita Martínez, quien fungía como la encargada de la oficina de teléfonos en Guacara. Luego se dedica a las labores propias del hogar, combinadas con lo aprendido con la maestra Correa; tejiendo, bordando y cosiendo para las familias de Guacara. En su casa comienza a educar niños y niñas, enseñándoles las primeras letras del abecedario, además de prepararlos para que recibieran la Primera Comunión. En la década de los sesenta recibe una oferta de trabajo por parte de la maestra María Josefa Urena, directora de la escuela Federal Vicente Wallis, desempeñándose por cinco años educando niños del primer grado.


La maestra Andrea Flores fue una persona ejemplar, vivió una vida austera dedicada a la educación, y tuvo una gran fe Mariana, llegando a ser fundadora de la Sociedad de las Hijas de María en la parroquia de Guacara. Los escapularios que confeccionaba para los niños guacareños eran los más solicitados por las familias para el 31 de mayo, cuando se conmemoraba la festividad de la Virgen María, y el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de María, fechas en las cuales recibían su primera comunión.  
Era infaltable a las misas dominicales, y gracias a esa fe católica se le atribuían poderes curativos a través de la oración. A su humilde hogar acudían personas provenientes del pueblo y de otras ciudades buscando el alivio para la cura de la Culebrilla, a los que ella atendía con amabilidad, y con oraciones e invocando a sus santos, e imponiéndoselos las manos para curarles su la enfermedad.

viernes, 4 de enero de 2019

Los Reyes Magos en la Guacara de ayer



¡Quien no se acueste temprano los reyes magos no le traerán juguetes porque no podrán entrar a la casa! se escuchaba decir a nuestros padres la noche anterior al día de Reyes, cuando brillaba la inocencia de los niños pueblerinos de los años cincuenta y sesenta, quienes a las siete de la noche se iban a soñar con la llegada de Gaspar, Baltazar y Melchor encaramados sobre sus camellos cargados de los juguetes que les habían solicitados en sus cartas
Alpargatas y zapatos con las cartas dentro se colocaban en el poyo de la ventana o detrás de las puertas de entrada a la casa y en la de madrinas o padrinos, y donde algunos vecinos donde les llegaba el ansiado regalo a donde los inocentes niños de dirigían bien temprano en la búsqueda del juguete apenas despuntaba el sol.
Los juguetes preferidos por las niñas consistían en muñecas de trapo o celuloide, juegos de costura, de cocina, maquinitas de coser, juegos de café, entre otros. Mientras que los varones se inclinaban por las bicicletas, que en la mayoría de los casos no les llegaba por el alto costo de éstas, velocípedos, caballitos, trenes, pelotas, guantes, bates de béisbol y las pistolas con cartucheras para jugar imitando a Red Ryder o Roy Roger, héroes de las películas de vaqueros. Y en algunos hogares dentro del zapatico o la alpargata de goma o suela les aparecía una moneda de un bolívar porque los reyes no habían encontrado el juguete solicitado por ellos…
Los inocentes de aquella Guacara pueblerina salían en carrera por las calles de tierra para ver las huellas que en la noche habían dejado los camellos de los reyes cuando llegaron cargados con los juguetes, escuchándose desde el amanecer la algarabía mostrando sus juguetes y jugando entre ellos.
Las escuelas reiniciaban sus labores docentes el día siete y hasta allá los niños llevaban los regalos de los reyes para compartir con sus amigos en las horas del recreo.
Transcurrieron los años y aquella bella tradición de esperar la llegada de los reyes magos se fue perdiendo, cambiándose por la llegada del Niño Jesús el día de la Navidad.
Testimonios y vivencias de la Guacara de ayer.


miércoles, 2 de enero de 2019

EL AÑO NUEVO EN LA GUACARA DE AYER

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Los guacareños acostumbraban recibir el año nuevo estrenando ropa y zapatos, los hombres trajeados con paltó, corbata y medias talla única, las mujeres con los mejores trajes de la época, calzadas con zapatos de tacones altos y medias de nylon producto de lo ahorrado durante todo el año, después de romper la alcancía. Algunas familias lo recibían en la plaza Bolívar y otras en la iglesia. Las peluquerías eran escasas obligando a las damas trasladarse hasta Valencia, y las que no podían hacerlo madrugar para ser peinadas. La moda a lucir eran permanentes, crinejas o moños que mantenían con laca protegidos con pañoletas de colores mientras llegaba la noche del treinta y uno.


La radio era el medio a través del cual se contaban las horas para recibir el año nuevo y cuando faltaban diez minutos para las doce de la noche se comenzaba a escuchar a Raúl Amundaray interpretar el poema de Andrés Eloy Blanco, las doce uvas del tiempo, el cual finalizaba a las doce en punto cuando sonaban las campanas de la iglesia, el cañonazo y el estruendo de cohetes confundiéndose las familias en abrazos y besos deseándose lo mejor para el año que se iniciaba.

Infaltable sobre la mesa el plato con lentejas que por cucharadas consumían una porción para que no faltase el alimento en la casa, si no, uvas que se tragaban una por una a medida que sonaba la campana del reloj de la iglesia o, un grano de ajo pelado abrigando la prosperidad en el hogar, mientras que otros sacaban una maleta a la calle imaginándose próximos viajes de placer.

Las solteras se encaramaban sobre una silla de cuero con los brazos extendidos hacia el Cielo rogándole a Dios apareciera en el año que comenzaba el amor de su vida porque en el año viejo muy mal les había ido en el amor, sin faltarles la ropa interior de color amarillo como signo de prosperidad.
En muchos hogares se formaba la rumba hasta el amanecer con el sonar de los discos de acetato sobre el tocadiscos o pickup, bailando al son de la sonora matancera con canciones de Celia Cruz, los melódicos y la Billo ¨s.


Testimonios y vivencias de la Guacara de ayer.

sábado, 1 de octubre de 2016

" MARÍA PÉREZ DE PADRÓN " expresidenta de la Sociedad del Cristo de Guacara

                                                       
Muchas personas después de  levantar  una familia con grandes sacrificios y haber trabajado por muchos años se retiran al disfrute con ella y  vivir el resto de sus años en la tranquilidad del hogar al lado de hijos y nietos.
Pero este no es el caso de María Pérez  de Padrón, quien después de haber laborado treinta y ocho años  en la empresa privada no se enchinchorra, sino que busca hacer algo que redunde en beneficio de la colectividad sin escatimar esfuerzo alguno y mucho menos  pretender obtener beneficio monetario por la labor desempeñada.
Con más de siete décadas de vida y después de haber trabajado en Celanese Venezolana, Heinz de Venezuela y  Coats de Venezuela;  de donde salió jubilada después de permanecer en esta última empresa  durante treinta años,  desempeñado la  secretaria general del sindicato de trabajadores de esa industria, lo que le permitió de igual manera, gracias a su buen desempeño ocupar cargos relevantes en el medio sindical carabobeño; en Sintra Carabobo y Fetra Carabobo, como secretaria ejecutiva de la seccional  de Guacara.
Pero no sólo eso porque después de su jubilación pasa a ejercer distintos cargos, presidiendo las comunidades educativas de los liceos Enrique Delgado Palacios y  Santiago F.Machado  y formando parte de la directiva  de la Asociación de Vecinos de la Goajira, sector donde residió durante  muchos años.
La sociedad del Cristo de Guacara recibió a María hace más de diez años y en ella realizó  una labor encomiable como presidenta,  permitiendo que esta sociedad religiosa perdure en el tiempo,  tal como fue el deseo de aquel grupo de hombres y mujeres que la crearon hace  cuarenta y siete   años.
María de Padrón con  su caminar lento  iba por  las calles de Guacara llevando dentro de sí el deseo firme y esperanzador  que nos permita a todos ver una Guacara diferente, sin violencia, una ciudad próspera donde reine la igualdad y el amor,  implorándole al Cristo de Las Violetas que así nos lo conceda.

María dejó de existir el día de hoy rodeada de familiares y amigos en su residencia de la calle Jacinto  Lara.  Descanse en Paz. 

La Radio en Guacara A principio de los años sesenta surgió la idea de instalar la primera radio en Amplitud Modulada (AM) e...